lunes, 31 de mayo de 2010

¿en qué otros brazos hallarás delirium tremens?

El delirium tremens es un síndrome grave, potencialmente letal, que ocurre en aproximadamente el 5% de los pacientes que siendo alcohólicos incurren en abstinencia súbita de alcohol. Tiene una morbilidad cercana al 10%. Su aparición se sitúa, generalmente, a las 72 horas de haber tomado la última copa de alcohol. Sin embargo, el delirium tremens puede desarrollarse sin que haya habido un cambio en el patrón de bebida. De esta manera, en los servicios de urgencias pueden encontrarse pacientes que, aún bebiendo, presenten los síntomas y signos propios del síndrome.

ETIOLOGIA

La presencia del delirium tremens asociado a una ingesta diaria intensa de alcohol define la adicción a éste. Beber en exceso diariamente durante un tiempo prolongado produce inevitablemente adicción al alcohol y el subsiguiente síndrome de abstinencia. Desafortuna-damente la cantidad y duración del alcohol ingerido requeridos para producir dependencia física y síntomas de abstinencia no han sido suficientemente valorados. Se cree que estos últimos se hacen evidentes en los pacientes que consumen diariamente entre 100 y 150 gramos de etanol durante dos o cuatro semanas.

MANIFESTACIONES CLINICAS

El delirium tremens se caracteriza por presentar componentes neurosiquiátricos como el temblor, alucinaciones, confusión, agitación y signos de hiperactividad autonómica, tales como midriasis, diaforesis, taquicardia y taquipnea. (Tabla No.1).

Generalmente se produce 72 a 96 horas después de haber bebido por última vez y suele resolverse en 3 a 5 días. Se trata de una afección grave con un riesgo de morbilidad elevado puesto que estos pacientes son suceptibles de padecer hipomagnesemia, hipoglicemia y deshidratación debido a la fiebre, la diaforesis y los vómitos.

El síndrome puede tener un inicio brusco e insidioso, adquiriendo los síntomas su máxima intensidad en un período de 1 a 8 horas. La variedad en la presentación puede dificultar el diagnóstico: la agitación puede ser leve o extrema y es posible que no haya signos autonómicos o que estos sean muy graves; también hay alteraciones que semejan cuadros esquizofrénicos, con alucinaciones auditivas o visuales. Los pacientes de peor pronóstico son aquellos en los que se hallan signos autonómicos agravados por hiperventilación y alcalosis.

Tomado de http://www.aibarra.org/Guias/10-1.htm




Y ya que me preguntas te diré que sé lo que es tener catorce años y estar muerto,
lobo de mar anclado en la ciudad, cansado de olvidar una mujer en cada puerto.
Impúdico animal sin pedigrí,adicto al elixir del corazón de la botellas,
misógino aprendiz de seductor que canta rock and roll para exigirle a las estellas:

ojos que aprendan a mirar, labios que quemen,
sabios que enseñen a besar, delirium tremens.
Hijos de la necesidad, lluvia de semen,
maltrátame por caridad, delirium tremens.

Y ya que insistes déjame añadir que sé lo que es dormir desnudo, en cana y esposado,
a la intemperie de la multitud clavado en una cruz con un ladrón a cada lado,
viajando del jamás al qué sé yo, como un Indiana Jones por los suburbios de la luna,
conserje de la Torre de Babel rapsoda de burdel que busca en todas y en ninguna:

ojos que aprendan a mirar, labios que quemen,
sabios que enseñen a besar, delirium tremens.
Maltratame por caridad, lluvia de semen,
¿en qué otros brazos hallarás delirum tremens?

Telarañas en la ropa, tigres en el balcón, alacranes en la boca, miedo en el corazón.
maldito seas, Satanás, quítate el antifaz, en ese espejo no cabemos los dos.

ojos que aprendan a mirar, labios que quemen,
hijos de la necesidad delirium tremens.
Sabios que enseñen a besar, lluvia de semen,
¿en qué otros brazos hallarás delirium tremens?

Delirium tremens.

Ya me sé todos los cuentos, rechacé los sacramentos, renegué del Viejo Bob.
Vagué por cientos de ciudades, me conocen en los bares, pero no saben quién soy.
Hay un palacio en el infierno construido sobre el fuego donde reina el rey de los que temen.
Cae rodando un niño por las escaleras del delirium tremens.

Un dos tremens, Delirium tremens.

Fito Páez y Joaquín Sabina.

Espergesia



Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del Diciembre de ese Enero.

Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.

Pues yo nací
un día
que Díos estuvo
enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

César Vallejo

domingo, 30 de mayo de 2010

método del no-discurso



La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos


y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.


Billet Doux

Ayer he recibido una carta sobremanera.
Dice que «lo peor es la intolerable, la continua». Y es para
llorar, porque nos queremos, pero ahora se ve que el amor
iba adelante, con las manos gentilmente
para ocultar la hueca suma de nuestros
pronombres.
En un papel demasiado.
En fin, en fin.
Tendré que contestarte, dulcísima penumbra, y decirte: Bue-
nos Aires, cuatro de noviembre de mil novecientos cin-
cuenta. Así es el tiempo, la muesca de la luna presa en los
almanaques, cuatro de.
Y se necesitaba tan poco para organizar el día en su justo
paso, la flor en su exacto linde, el encuentro en la precisa.
Ahora bien, lo que se necesitaba.
Sigue a la vuelta como una moneda, una
alfombra, un irse.
(No se culpe a nadie de mi vida.)



Quizá la más querida.

Me diste la intemperie,
la leve sombra de tu mano
pasando por mi cara.
Me diste el frío, la distancia
el amargo café de medianoche
entre mesas vacías.

Siempre empezó a llover
en mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.

Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.

Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.



Java

C'est la java de celui qui s'en va-

Nos quedaremos solos y será ya de noche.
Nos quedaremos solos mi almohada y mi silencio
y estará la ventana mirando inútilmente
los barcos y los puetes que enhebran sus agujas.

Yo diré: Ya es muy tarde.
No me contestarán ni mis guantes ni el peine,
solamente tu olor, tu perfume olvidado
como una carta puesta boca abajo en la mesa.

Morderé una manzana fumaré un cigarrillo
viendo bajar los cuernos de la noche medusa
su vasto caracol forrado en terciopelo.

Y diré: Ya es de noche
y estaremos de acuerdo, oh muelbes oh ceniza
con el organillero que remonta en la esquina
los tristes esqueletos de un pez y una amapola.

C'est la java
................de celui
.......................... qui s'en va-

Es justo, corazón, la canta el que se queda,
la canta el que se queda para cuidar la casa.

***

Julio Cortázar - Salvo el crepúsculo

¿Qué le dijiste al chico?



El mundo no es todo color de rosa, es un lugar muy agresivo. Y no importa que tan fuerte te creas, siempre te pondrá de rodillas y te dejará así, permanentemente, si se lo permites. Ni tú ni nadie va a golpear más fuerte que la vida. Pero no importa que tan fuerte golpees. Importa que tan fuerte puedas ser golpeado y puedas seguir adelante. Si crees en tí mismo sal y consigue lo que te mereces. Pero tienes que estar dispuesto para recibir el golpe.

Rocky Balboa.

sábado, 29 de mayo de 2010

Rayuela 18, fragmento


No estaba tan borracho como para no sentir que había hecho pedazos su casa, que dentro de él nada estaba en su sitio pero que al mismo tiempo -era cierto, era maravillosamente cierto-, en el suelo o el techo, debajo de la cama o flotando en una palangana había estrellas y pedazos de eternidad, poemas como soles y enormes caras de mujeres y de gatos donde ardía la furia de sus especies, en la mezcla de basura y placas de jade de su lengua donde las palabras se trenzaban noche y día en furiosas batallas de hormigas contra escolopendras, la blasfemia coexistía con la pura mención de las esencias, la clara imagen con el peor lunfardo. El desorden triunfaba y corría por los cuartos con el pelo colgando en mechones astrosos, los ojos de vidrio, las manos llenas de barajas que no casaban, mensajes donde faltaban las firmas y los encabezamientos, y sobre las mesas se enfriaban platos de sopa, el suelo estaba lleno de pantalones tirados, de manzanas podridas, de vendas manchadas. Y todo eso de golpe crecía y era una música atroz, era más que el silencio afelpado de las casas en orden de sus parientes intachables, en mitad de la confusión donde el pasado era incapaz de encontrar un botón de camisa y el presente se afeitaba con pedazos de vidrio a falta de una navaja enterrada en alguna maceta, en mitad de un tiempo que se abría como una veleta a cualquier viento, un hombre respiraba hasta no poder más, se sentía vivir hasta el delirio en el acto mismo de contemplar la confusión que lo rodeaba y preguntarse si algo de eso tenía sentido. Todo desorden se justificaba si tendía a salir de sí mismo, por la locura se podía acaso llegar a una razón que no fuera esa razón cuya falencia es la locura. "Ir del desorden al orden", pensó Oliveira. "Sí, ¿pero qué orden puede ser ése que no parezca el más nefando, el más terrible, el más insanable de los desórdenes? El orden de los dioses se llama ciclón o leucemia, el orden del poeta se llama antimateria, espacio duro, flores de labios temblorosos, realmente qué sbornia tengo, madre mía, hay que irse a la cama en seguida." Y la Maga estaba llorando, Guy había desaparecido, Etienne se iba detrás de Perico, y Gregorovius, Wong y Ronald miraban un disco que giraba lentamente, treinta y tres revoluciones y media por minuto, ni una más ni una menos, y en esas revoluciones Oscar's Blues, claro que por el mismo Oscar al piano, un tal Oscar Peterson, un tal pianista con algo de tigre y felpa, un tal pianista triste y gordo, un tipo al piano y la lluvia sobre la claraboya, en fin, literatura.

la teoría del agujero negro

Fue aquella noche, la noche que llevé al señor Crutchfield a su casa, y mientras volvía a la nuestra, que desarrollé la teoría del agujero negro, una teoría que me ayudó inconmensurablemente en el asunto de conducir borrachos de un lado a otro de La Punta. La idea era esta: a cierta edad aparece un agujero negro en todo el centro de la vida de una persona, un agujero que succiona todas las cosas, y la persona sabe que en adelante y para siempre el agujero estará allí, y sin embargo sigue adelante con su vida, sigue esforzándose, haciendo dinero, y tiene hijos, y se emborracha, y hace de cuenta que el agujero negro no está allí y jamás mira directamente en su interior, si es que puede encontrar la manera de no hacerlo. Me imaginaba que ese agujero negro existía en un punto justo detrás de cada cual y también justo enfrente, de tal manera que siempre se está dejando atrás y entrando en él simultáneamente. La cuestión espacial todavía no la había desarrollado en detalle, pero eso era lo que me imaginaba. Algunas veces el agujero no era más que un pequeño pinchazo en la mente, a menudo era muy vasto. Con frecuencia era algo que fluctuaba palpitando como corazón, y cuando la persona se emborrachaba, pensando que así podría eludirlo, lo único que hacía era notarlo más. De todos modos cuando hice el descubrimiento, a la manera de un astrónomo que escruta el universo, pensé que ya tenía la clave, y entonces establecí como norma propia no permitir jamás que ninguno de mis borrachos pensara demasiado y se fuera hacia atrás –o hacia delante- y cayera en el agujero negro. Nos vamos a casa, les decía… lo único que hay que hacer es llegar a casa.

"La Punta", relato del cuentista norteamericano Charles D'Ambrosio.

ilusiones ópticas



Las últimas teorías psicoanalíticas sobre la formación de la identidad debaten cuál es la mejor manera de concebir el mecanismo de identificación. Jacques Lacan, en su explicación de lo que denomina 'el estadio de espejo', emplaza el origen de la identidad en el momento en que el niño se identifica con su imagen en el espejo, percibiéndose como un todo, como lo que quiere ser. El yo es constituido por el reflejo que nos vuelve: por el espejo, por la madre y en las relaciones sociales por los otros en general. La identidad es producto de una serie de identificaciones parciales que nunca se completan. En última instancia, el psicoanálisis corrobora la lección que se podría extraer de las novelas más serias y celebradas: que la identidad es un fracaso; que nuestro convertirnos en hombre o mujer no llega a término felíz; que la interiorización de normas sociales (que según la sociología, sucede uniforme e inexorablemente) encuentra siempre resistencia y al final no funciona: no llegamos a ser quien se supone que somos.

Tomado de: Breve Introducción a la Teoría Literaria, Jonathan Culler.

la costa de sotravento


En un capítulo anterior se ha hablado de un tal Bulkington, un marinero alto, recién desembarcado, a quien conocí en el mesón de New Beldford.

Pues bien: mientras el Pequod se lanzaba a cortar con su denodada proa las frías y malignas olas, en aquella estremecedora noche de invierno, ¿a quién diríais que me encontré al timón? ¡Al propio Bulkington! Contemplé con respetuoso temor y simpatía a aquél hombre que, en el rigor del invierno, y apenas desembarcado de un peligroso viaje de cuatro años, se lanzaba sin descansar de aquel modo, a otra borrascosa travesía. Parecía como si la tierra le quemase los pies. Las cosas más maravillosas son siempre aquellas que no pueden expresarse, los recuerdos más sentidos no dejan epitafios. Este capítulo brevísimo constituye la tumba sin lápida de Bulkington. Permitidme decir que corrió la suerte del barco en la galerna, mortalmente impulsado sobre la costa de sotravento. Piadoso, quisiera el puerto acogerle. En él se encuentra la salvación, comodidades, chimenea, cena, mantas abrigadas, amigos, todo aquello en que se complace nuestra naturaleza mortal. Pero en aquella galerna el puerto, la costa, constituyen el principal riesgo para el buque. Ha de huír de toda hospitalidad, un ligero contacto con tierra, con solo rozar la quilla, la haría estremecerse enteramente. Tiene que desplegar todas sus velas, esforzarse al máximo por alejarse de la costa. Luchando de esta suerte contra los propios vientos que quisieran impulsarle a tierra, buscando el mar ilimitado, abierto, pues su salvación estriba únicamente en lanzarse de modo desesperado al peligro, que es su único amigo y su más acerbo enemigo.

¿Conocéis ahora a Bulkington? Parecéis observar atisbos de esa verdad mortalmente insoportable: todo pensamiento angustiado y profundo no refleja sino el intrépido esfuerzo de un alma para mantener la libre independencia de sus mares, mientras los vientos coaligados del cielo y de la tierra conspiran para arrojarla a la playa falaz y esclavizadora.

Más como únicamente en este destierro reside la más elevada verdad, sin horizontes, indefinida, como Dios, resulta mejor perecer en este rugiente infinito que vivir reprimido en la tierra, aunque esta suponga la seguridad. ¡Quede esta para las criaturas con rasgos de gusanos que, temerosas, prefieren reptar sobre la tierra!, ¡terror de los terrores! ¿Será vana toda esta agonía? ¡Arriba el corazón Bulkington! De la espuma de tu muerte en el seno del Oceano surge, hacia las nubes, tu apoteosis.


Capítulo XXIII de Moby Dick, o la ballena blanca, de Herman Melville

miércoles, 26 de mayo de 2010

a quien tanto he querido - manolo garcía



no quiero tu amor,
ni escuchar tu voz, ni vivir por ti.
no quiero tu amor
porque, cuanto más te alejas,
más libre me siento.

de ti ya nada espero,
que el camino acaba aquí.
ya no soy ni canción ni sueño.
ya no estás,
ya no siento el zarpazo de tu silencio.

hoy es como si todo
hubiese pasado hace tiempo.
te llevas el capote bolero de mis pasiones.
ni me interesa ni lo lamento.

hoy quiero tu amor
y escuchar tu voz y vivir por ti.
hoy quiero tu amor
porque, cuanto más te alejas,
más triste me siento.

de ti ya nada espero,
que el camino acaba aquí.
ya no soy ni fin ni destino,
ahora sé que acabó
lo que compartimos.

ya olvidé tu voz, tu piel,
aunque llore por ti alguna vez.
mi corazón libre es,
pero siente la pena.

de caricias aéreas
enmarañé tu cuerpo,
- a quien tanto he querido le escribo -
ya no peino tu pelo,
son los dedos del viento.