sábado, 26 de marzo de 2011

Balada en honor de las musas de carne y hueso

A Gregorio Martínez Sierra

Nada mejor para cantar la vida,
y aún para dar sonrisas a la muerte,
que la áurea copa en donde Venus vierte
la esencia azul de su viña encendida.
Por respirar los perfumes de Armida
y por sorber el vino de su beso,
vino de ardor, de beso, de embeleso,
fuérase al cielo en la bestia de Orlando,
¡voz de oro y miel para decir cantando:
la mejor musa es la de carne y hueso!

Cabellos largos en la buhardilla,
noches de insomnio al blancor del invierno,
pan de dolor con la sal de lo eterno
y ojos de ardor en que Juvencio brilla;
el tiempo en vano mueve su cuchilla,
el hilo de oro permanece ileso;
visión de gloria para el libro impreso
que en sueños va como una mariposa
y una esperanza en la boca de rosa.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Regio automóvil, regia cetrería,
borla y mucera, heráldica fortuna,
nada son como a la luz de la luna
una mujer hecha una melodía.
Barca de amar busca la fantasía,
no el yatch de Alfonso o la barca de Creso.
Da al cuerpo llama y fortifica el seso
ese archivado y vital paraíso;
pasad de largo, Abelardo y Narciso.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Clío está en esta frente hecha de Aurora,
Euterpe canta en esta lengua fina,
Talía ríe en la boca divina,
Melpómene es ese gesto que implora;
en estos pies Terpsícore se adora,
cuello inclinado es de Erato embeleso,
Polymnia intenta a Calíope proceso
por esos ojos en que Amor se quema.
Urania rige todo ese sistema.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

No protestéis con celo protestante,
contra el panal de rosas y claveles
en que Tiziano moja sus pinceles
y gusta el cielo de Beatrice el Dante.
Por eso existe el verso de diamante,
por eso el iris tiéndese y por eso
humano genio es celeste progreso.
Líricos cantan y meditan sabios:
por esos pechos y por esos labios.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

ENVÍO: 1.907

Gregorio: nada al cantor determina
como el gentil estímulo del beso.
Gloria al sabor de la boca divina.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!


Rubén Darío

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Rubendariaco así, no azul.

Lo fatal

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Rubén Darío

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Desperté con este poema en la cabeza. Ojalá no sea una anunciación de la providencia, lo bueno es que por éste llego a la Letanía a nuestro Señor Don Quijote, y si es la providencia la que habla, con la Letanía la evado :)

viernes, 25 de marzo de 2011

Ilusiones ópticas


Las últimas teorías psicoanalíticas sobre la formación de la identidad debaten cuál es la mejor manera de concebir el mecanismo de identificación. Jacques Lacan, en su explicación de lo que denomina 'el estadio de espejo', emplaza el origen de la identidad en el momento en que el niño se identifica con su imagen en el espejo, percibiéndose como un todo, como lo que quiere ser. El yo es constituido por el reflejo que nos vuelve: por el espejo, por la madre y en las relaciones sociales por los otros en general. La identidad es producto de una serie de identificaciones parciales que nunca se completan. En última instancia, el psicoanálisis corrobora la lección que se podría extraer de las novelas más serias y celebradas: que la identidad es un fracaso; que nuestro convertirnos en hombre o mujer no llega a término felíz; que la interiorización de normas sociales (que según la sociología, sucede uniforme e inexorablemente) encuentra siempre resistencia y al final no funciona: no llegamos a ser quien se supone que somos.

Tomado de: Breve Introducción a la Teoría Literaria, Jonathan Culler.

domingo, 20 de marzo de 2011

Divagación nocturna

Riela en mi alma tu recuerdo
como la luna sobre el mar...

En el silencio de mis noches
oigo tu voz aletear,
tu voz que me dice muy paso
que no me quieres olvidar...

En el silencio de mis noches,
-como la luna sobre el mar-
riela en mi alma tu recuerdo...

Veo el undívago vibrar
de las estrellas, en tus ojos...

Me embriaga el cálido aromar
de tu melena tenebrosa...
Tu frente, -un milagro lunar-
trasluce los puros anhelos
de tu querer, de tu ensoñar.

Se van mis horas solitarias
tras tu recuerdo, en un girar
de sueño y sueños ilusos...
(No los podremos realizar?...)

Melancólico ensueño ilusorio
que justifica el vegetar
del ánima mía soberbia,
de mi espíritu singular...
Melancólico ensueño ilusorio...
(no lo podremos realizar...?)

Riela en mi alma tu recuerdo...
Siento en mi boca palpitar
el beso trémulo y perenne
con que nos hemos de besar...
miro en tus ojos de misterio
-como si fueran a llorar...-
todo el poema de la vida
que no pudimos realizar...
En tu nocturna cabellera
-nardos y lirios y azahar-
aspiro todos los perfumes
con que quisiera aletargar
mi quimérica pantomima
de soñar y soñar y soñar!
Está en tu grácil cuerpo fino
toda la euritmia del rimar...
Son tus manos palidecidad
-parece que fuera a nevar...-,
tus manos, lánguidas y breves,
pareja de lirios sin par!
Tus manos, que bendijeron
con su perdón, mi divagar
por arduos caminos oscuros
y muelles sendas del pescar...

Riela en mi alma tu recuerdo
como la luna sobre el mar...
En el silencio de mis noches
oigo tu voz aletear...,
tu voz, que me dice muy paso
que no me quieren olvidar!

Siento en mi frente ensombrecida
tus manos cándidas posar...
Siento en mi ardida frente gélida
el balsámico palpitar
de tus labios, que borran culpas
y que me quieren perdonar...

¡Melancólico ensueño ilusorio
de mi incoherente divagar!
Fantasía disparatada
de mi espíritu singular!
Delirio ingenuo que se trueca
-irónico y duro- en pesar...
¡Melancólico ensueño ilusorio
que no podremos realizar...!

Riela en mi alma tu recuerdo
como la luna sobre el mar...!

León de Greiff

Canción ligera

Me quedas tú, y me donas tu alegría
con el dolor, y tu miel deleitable
con el acerbo aloe.
Me quedas tú, y la luz que tu alma cría
dentro la tenebrura inenarrable
de mi yo solitario:

Siempre loe
tu don ilusionario.

Me quedas tú, y el claro sortilegio
de tus ojos rïentes: con su hechizo
mi soledad se puebla.

Me quedas tú, y tu risa, cuyo arpegio
me embriaga, y tu tesoro de oro cobrizo
solaz del alma sola:

La gris niebla
tu regalo aureola.

Me quedas tú, y el filtro que tu ardida
boca frutal, sombreada, en mis febriles
resecos labios vierte.

Me quedas tú, la ingenua enardecida,
me quedas tú, la experta, de sutiles
tácticas retrecheras:

Vida. Muerte.
Lo que quieras.

León de Greiff.